Con nuestros productores por una ganadería a pequeña escala extensiva y trashumante

Publicado en Historia de vidas
0

CORDEL-2011-4242-685x1024

Una de las peculiaridades más importantes (y que tal vez por eso menos a menudo se menciona…), del sistema dominante de producción ganadera es que ha perdido su autosuficiencia. Hablaba Carlo Petrini en sus recientes intervenciones de un sistema agro-ganadero “entrópico”, es decir de un sistema de producción irracional que requiere más energía que la que su producto luego puede aportar. ¿Por qué el complejo agroindustrial cumple tan a rajatabla con la segunda ley de la Termodinámica, sumido en un proceso económico que no es circular, sino irreversible y con un stock de recursos utilizables que tiende a agotarse? Porque las granjas industriales de cerdos, de vacas y de gallinas ya no se alimentan con las materias primas de la misma finca o de fincas cercana, sino que funcionan totalmente desligadas y desagregadas de la tierra y del territorio donde están instaladas. Son 100 por ciento dependiente de los alimentos que a modo de pienso llegan desde el exterior.

Esta falta de autonomía, permite que los costes de cualquier granja dependan de los mercados mundiales de materias primas y si, como está pasando en estos meses, la especulación con los cereales, o las leguminosas provoca el alza de los precios en la Bolsa de Chicago, los precios de los piensos de los ganaderos de Castilla León o Extremadura se verán afectados. Este modelo que ha favorecido descaradamente la gran industria y la concentración empresarial, ha hecho desaparecer muchas pequeñas explotaciones ganaderas.

Además, pone en riesgo nuestra salud. Las grandes concentraciones (de tierras, de fabricantes de pienso, de animales, de capitales…) aumentan nuestra vulnerabilidad alimentaria, sanitaria y social. Por ejemplo: una de las hipótesis de la contaminación del pienso de las granjas en Alemania en enero del 2011 (cerraron miles de ellas) es el uso de aceites contaminados procedentes de fábricas de biodiesel por un exceso de pesticida en la soja de la que emana este combustible supuestamente verde.

En fin: a unos animales maltratados, cebados en batería de forma superacelerada y estresante, que serán después nuestro alimento, les dan de comer residuos que los automóviles vomitarían. Nos habla Gustavo Duch de que “en unos de los platos de la balanza de la ganadería industrial pueden sumar pobreza en el medio rural, riesgos sanitario y destrucción del medio ambiente y, en el otro, su capacidad de producir muchos alimentos (o pseudoalimentos)”. 

“Sin embargo, tenemos otra forma de producir alimentos de origen animal: la ganadería a pequeña escala extensiva y trashumante, que, en comparación, aporta muchos más beneficios. Comporta un manejo mucho más respetuoso con los animales; genera productos alimenticios de gran calidad; permite aprovechar y mantener ecosistemas de enorme valor ecológico y ambiental, como la dehesa y los pastos de montaña, al igual que aprovecha enormes superficies no aptas para la agricultura; contribuye de manera eficaz a incrementar la materia orgánica y a conservar la cubierta vegetal de los suelos más pobres; contribuye a amortiguar el cambio climático; es un arma eficaz para el control de la proliferación arbustiva y la prevención de incendios; y, fundamental, se convierte en una actividad sostenible que permite a la población en el medio rural involucrarse directa o indirectamente en otros sectores económicos como pequeñas industrias de transformación de alimentos, hostelería o del mantenimiento de los paisajes”.

Deja tu comentario con

Escribe un comentario

Todos los campos con * son obligatorios.

*

Loading Facebook Comments ...